Queso y cerveza tienen mucho en común, más de lo que a priori pudiéramos imaginar. Sus texturas, levaduras y sabores además de encontrar puntos similares pueden ser la combinación perfecta.
La realidad es que tradicionalmente el queso siempre ha sido emparejado al vino. Con gran acierto puesto que también complementan a la perfección, pero esto no significa que el queso no pueda tener otros maridajes que le aporten y le den un valor añadido. Esto es lo que sucede con la cerveza.
El auge que en los últimos años están experimentando las cervezas artesanas supone toda una oportunidad a la hora de maridad con diferentes quesos puesto que su variedad ha aumentado exponencialmente.
Sus procesos de fabricación, tanto en el caso de la cerveza como en el de los quesos está lleno de matices qué diferencian y personalizan cada uno de ellos. Ahora bien, en ambos casos su producción presenta más semejanzas de las que a priori pudiera parecer. Tanto en el queso como en la cerveza no solo es clave cada paso de la elaboración, también los tiempos de reposo o maduración, la temperatura y la sequedad o la humedad del ambiente.
Reconocer matices amaderados, afrutados, ahumados o incluso picantes en la cerveza puede ayudarnos a la hora de seleccionar las que acompañan mejor a cada queso.
El queso y la cerveza tienen mucho en común, más de lo que a priori pudiéramos imaginar. Sus texturas, levaduras y sabores además de encontrar puntos similares pueden ser la combinación perfecta.
La realidad es que tradicionalmente el queso siempre ha sido emparejado al vino. Con gran acierto puesto que también complementan a la perfección, pero esto no significa que el queso no pueda tener otros maridajes que le aportan y le dan un valor añadido. Esto es lo que sucede con la cerveza.
El auge que en los últimos años están experimentando las cervezas artesanas supone toda una oportunidad a la hora de maridad con diferentes quesos puesto que su variedad ha aumentado exponencialmente.
Sus procesos de fabricación, tanto en el caso de la cerveza como en el de los quesos está lleno de matices qué diferencian y personalizan cada uno de ellos. Ahora bien, en ambos casos su producción presenta más semejanzas de las que a priori pudiera parecer. Tanto en el queso como en la cerveza no solo es clave cada paso de la elaboración, también los tiempos de reposo o maduración, la temperatura y la sequedad o la humedad del ambiente.
Reconocer matices amaderados, afrutados, ahumados o incluso picantes en la cerveza puede ayudarnos a la hora de seleccionar las que acompañan mejor a cada queso.