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Quesos ligeros: ¿cuáles incluir en tu dieta?
El tesoro de Grecia, no hay plato de esta región que se precie que no lleve queso feta. Se elabora con leche de oveja, hecho con cuajada curada en salmuera. El sabor es salado y ligeramente agrio, perfecto para platos ligeros que necesitan un toque de sabor.
Una de las bondades del queso feta es que se trata de un queso totalmente natural, es decir, no se utiliza ningún conservante artificial en su elaboración.
No solo es necesario utilizarlo en ensaladas, sino que también puedes añadirlo a recetas como: pizzas, empanadillas, con verduras al grill… ¡O simplemente con un toque de aceite de oliva!
La ricotta proviene del suero que se obtiene en la producción de otros quesos. Es un queso blanco, de textura granulosa y blanda que se consume fresco y sin salar. Además, es muy perecedero por lo que tiene que consumirse rápidamente.
La ricotta se elabora con cualquier tipo de leche y tienen un contenido calórico muy bajo, por lo que es muy recomendable para la gente que está a dieta. Además, es muy nutritivo por su alto valor proteico y que mantiene todos los aminoácidos esenciales.
¿Cómo lo puedes comer? Pues muy fácil: acompañando ensaladas, como relleno de pastas frescas con espinacas, como relleno de empanadas o como salsa mezclandola con tomate natural.
El tesoro italiano, todos los amantes del queso saben que la mozzarella es básica para cualquier plato que se precie. En frío o en caliente… ¡siempre está deliciosa!
La mozzarella puede prepararse tanto con leche de vaca como con leche de búfala, esta última con un porcentaje mayor de grasa y proteínas. Además, se diferencian por el color (siendo la de búfala mucho más blanca) y por la textura, la cual es mucho más líquida en esta última.
Tiene un aporte calórico moderado, muchas proteínas y es una fuente excelente de Vitamina B6, A, D y E. ¡Además es buena para las embarazadas!
No hay duda de que, obviamente, es necesario añadirla a nuestra dieta. Te dejamos algunas ideas:
Ensalada caprese, empanadillas de mozzarella, pizza margarita, brochetas con tomate… ¡Y muchas más!
El queso fresco es un queso blanco, de textura suave y de sabor muy poco intenso que se elabora cuajando la leche y separándola del suero para guardarlo en una gran cantidad de agua.
Al ser un queso húmedo (su composición tiene entre el 60% y el 80% de agua) su tiempo de consumo es muy corto, por ello hay que conservarlo en nevera y consumirlo en un tiempo muy reducido.
Se dice que desde los tiempos de los romanos se consume queso fresco, pero que no hay un país de origen como tal ya que es un queso que se hacía muy difícil de transportar por (como hemos dicho antes) su rápida caducidad.
Por esto es por lo que hay muchas variedades de quesos frescos alrededor del mundo. En Colombia, por ejemplo, encontramos el queso costeño. En Venezuela hay diferentes tipos, unos más duros y otros más blandos. Aunque sin duda,el queso más fácil para encontrar en España es el Queso de Burgos, procedente de la provincia que le da nombre.
El queso fresco será un fiel aliado para todas aquellas personas que estén haciendo una dieta para bajar de peso ya que es un queso muy poco calórico y con un bajo contenido en grasas.
Para consumirlo tienes infinidad de recetas, combina muy bien con platos fríos como ensaladas o… ¡con unas tostas con mermelada!